El entierro

Ramon Barnils / Grup de Periodistes Ramon Barnils.

Ramon Barnils / Grup de Periodistes Ramon Barnils.

A don Eugeni Xammar Puigventós no le he conocido, ni visto nunca. No he leído prácticamente nada salido de su pluma: algún artículo al aire de las páginas de periódicos de antes de la guerra, hojeadas en largas sesiones a la búsqueda de los orígenes, en la Hemeroteca Municipal. Tampoco me han hablado mucho de él, y sólo últimamente. Sobre él he leído algo más: en “Oriflama”, en “Serra d’Or”, en algún libro de memorias. Nada.

Y sin embargo, sentí necesidad de asistir a su entierro. Sabía que era de alta estatura, que había pasado casi sesenta años fuera, que había preferido vivir a escribir, que era apuesto, elegante; que se sentía catalán, pero no sólo catalán; que tenía la suerte de tener pocos amigos, varias mujeres, casi ningún seguidor; bastantes conocidos; que era como yo, vallesano, que le gustaba pasear y hablar. Que escribió muy bien, civilizadamente. Necesitaba, sobre todo, y como escasas veces –he tenido, tendré escasísimas muertes sentidas– estar allí.

A primera hora de la tarde, en L’Ametlla, hacía sol y un airecillo frío. Dos docenas escasas de coches ante la iglesia. El féretro, con una cruz encima y un solo y sencillo ramo de flores con cinta de amarillos y rojos.

Entrada 27. Imatge 2Camino a pie, hasta el cementerio, aislado y en las afueras. Entre pinares y viñedos, suaves y abundantes colinas. Verdes, ocres, rojos. Almendros. El Vallès en su siempre viejo, trabajado, mesurado esplendor. Camino de tierra, con grava en algunos tramos.

El cementerio, aislado, de planta cuadrada, con abundantes cipreses –más de lo habitual–. Un sacerdote, de paisano, lee el final de las memorias de Xammar. Poco más de un centenar de asistentes, pero el sol, ya esquinado, da sólo en las iniciales –E. X. P.–. Cinco empleados pugnan por introducir la caja en el nicho sin conseguirlo: algo impide que acabe de entrar hasta el fondo. Los empleados forcejean, hasta con una palanca, produciendo ruidos secos. Todo inútil.

La viuda se acerca a ellos, dice unas palabras, los ojos húmedos y las mejillas secas. Otros se apresuran tras ella. La asistencia se retira y queda el nicho sin tapiar.

 

Ramon Barnils. Tele/eXpres, 7 de desembre de 1973

Una tria d’Anna Ballbona (@ABallbona)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *