Llegada a Belfast… Rifles de madera… y de los otros

Vistes del port de Belfast, el 1937.

Vistes del port de Belfast, el 1937.

El Día Gráfico, 26 d’abril de 1914

En Irlanda

La travesía de Liverpool a Belfast dura diez horas y se hace solamente de noche. Por la mañana, al subir a cubierta, el “Graphic” navegaba ya en las aguas quietas de la bahía de Belfast. El paisaje es de una belleza discreta y sonriente. A la izquierda, desde Helens Bay hasta la capital, una serie de pueblecillos minúsculos, y entre ellos, en medio de parques frondosos, las quintas magníficas de los magnates de las grandes industrias del noroeste de Irlanda. Más lejos, la orilla derecha aparece envuelta en una neblina ligera que los rayos de un sol vacilante no han conseguido todavía disipar. El mar es de un azul pálido y transparente. Los árboles y las colinas son de un color verde muy claro. Líneas y colores son de una rara suavidad. Únicamente  el viento, un viento violento y agresivo, parece como un mensaje de estos hombres emprendedores y violentos que pueblan el Ulster. Este aire seco y veloz corta la piel como la hoja afilada de un cuchillo.

“El Britannic fue mandado construir poco tiempo después de la pérdida desastrosa del Titánic”

Las dos orillas se van acercando una a otra, y la marcha del buque se modera gradualmente. Vamos a entrar en el puerto. A ambos lados se elevan a una altura inmensa los enormes y complicados andamiajes de los grandes astilleros de Harland y Wolf de Clark y de otros y otros de menor importancia. Los astilleros de Harland y Wolf son los mayores del mundo, y la industria de construcción de buques es, junto con la de hilados y tejidos de lino, la más importante de Belfast. A la entrada del puerto flota inmóvil el casco inmenso del “Britannic”, el buque de mayor desplazamiento hasta ahora construido. El “Britannic”, botado al agua hace solamente unas semanas, fue mandado construir por la compañía “White Star Line” poco tiempo después de la pérdida desastrosa del “Titánic”.

Es sábado de Gloria, y en el puerto reina una quietud completa. Las colinas circunvecinas prologan, amortiguándolo poco a poco, el ronco y triste silbido de la sirena del “Graphic”. Llegamos. Una maniobra simple, diestramente ejecutada, deja al buque inmóvil a lo largo del muelle.

***

Mis primeros pasos en Belfast fueron para visitar los centros directivos de las tres organizaciones políticas de la provincia de Ulster. El de los nacionalistas católicos se encuentra en el National Club. Los protestantes liberales partidarios del Home Rule, un número de importancia reducida todavía, pero en progreso intenso y constante, se agrupan en la “Ulster Liberal Association”. Los protestantes unionistas tienen por toda la ciudad un gran número de aristocráticos clubes y de asociaciones liberales; pero su organismo central está domiciliado en la antigua Casa Ayuntamiento, y lleva un nombre de Combate: Cuartel General de la Asociación Unionista del Ulster.

“La Ulster Liberal Association da a las reclamaciones de Irlanda un genuino sentido nacionalista”

Treballadors sortint de les drassanes de Harland, el 1911, amb el Titanic al fons.

Treballadors sortint de les drassanes de Harland, el 1911, amb el Titanic al fons.

En la Ulster Liberal Association me recibe M.H.H. Graham, un protestante autonomista, alma del movimiento liberal entre los protestantes del Norte de Irlanda. La actitud de estos hombres es verdaderamente simpática. Ellos son los que dan a las reclamaciones de Irlanda un genuino sentido nacionalista. Antes que protestantes se sienten irlandeses, y ni remotamente tienen el más mínimo temor que la mayoría católica del Parlamento que se establezca en Dublín les persiga. La opinión de M. Graham, que es la de todos los liberales de Irlanda, es que conviene dar cuanto antes una solución al problema del Home Rule.

Dejar la cuestión abierta equivaldría al mantenimiento del estado de suspensión y de confusión que ha caracterizado la vida política y social de Irlanda durante los últimos treinta años. Una vez establecido el Parlamento autonómico en Dublín, me dice, la mayor parte de las masas obreras protestantes que actualmente, por una lamentable survivencia de los antiguos antagonismos religiosos siguen a sir Edward Carson, vendrían con nosotros o irían a dar cuerpo al trade unionismo, que se encuentra aquí en un estado poco menos que embrionario. Los grandes industriales y propietarios rurales conservadores del norte de Irlanda se unirían forzosamente a la extrema derecha del actual partido nacionalista, y el partido liberal podría empezar entonces, seguramente, entre las masas católicas obreras y de la clase media, una campaña de reclutamiento, con un programa de reformas sociales. Actualmente una campaña así no daría resultado alguno porque la magna preocupación del Home Rule tiene a Irlanda aislada casi por completo de las grandes corrientes de opinión que agitan el organismo político y económico de los demás países de Europa.

“M. Graham y sus colaboradores opinan que el Gobierno se ha equivocado al apreciar la posibilidad de que estallara una guerra civil”

Según los liberales de Ulster, tan sólo hay un medio para normalizar la vida política de Irlanda. Este medio es el Home  Rule para toda la isla, y a pesar de la oposición de los orangistas. Pero el caso es que el Gobierno ha ofrecido, en principio, la exclusión de Ulster por seis años. M. Graham y sus colaboradores opinan que el Gobierno se ha equivocado al apreciar la posibilidad de que estallara una guerra civil.

  • Sea cual fuere la solución que se dé al conflicto, estamos seguros de que Belfast ha de ser teatro de motines sangrientos como lo fue en 1893. La gente de esta tierra tiene un temperamento fácilmente inflamable, y esta vez sucederá fatalmente lo que las otras. Cuando se conozca la decisión definitiva del Parlamento, el orgullo de los triunfadores y la cólera de los vencidos determinará inevitablemente un choque violento, y las calles de Belfast se mancharán de sangre nuevamente. Pero una guerra civil, ni soñarlo siquiera. Mire usted: ese es el armamento del cuerpo de voluntarios de sir Edward Carson.

Sobre la chimenea, a cada lado del espejo, hay algo que tiene la forma de un arma larga de fuego. A un lado una vieja tercerola con la culata carcomida y el cañón lleno de orín; al otro lado, un simple pedazo de madera cortada en forma de escopeta de caza.

***

Pero pocas horas después visité un campamento de voluntarios, y para penetrar en él tuve que enseñar el pase un centinela armado de un fusil utilizable y con la bayoneta calada.

Una vez dentro, vi a los hombres armados de fusiles Martini del último modelo, y en el fondo de una tienda, unas cuantas docenas de cajas de municiones.

Harry Doggerel

Belfast, 20-4-914.

Una tria d’Anna Ballbona (@Aballbona)

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *