El Día Gráfico. 15 d’abril de 1914
El proceso operativo del “Parliament Act” es laborioso y lento. Para que un proyecto quede definitivamente convertido en ley sin la aquiescencia de la Cámara de los tores es necesario que la de los Comunes lo apruebe repetidamente durante tres legislaturas consecutivas. En cada una de estas legislaturas el proyecto de ley debe ser leído por tres veces. La aceptación de la segunda lectura por parte de la Cámara tiene el valor de una toma en consideración. El voto de la tercera lectura significa la aprobación definitiva del proyecto. Antes de aprobarse o rechazarse la segunda y tercera lecturas de un proyecto de ley tienen lugar los grandes debates sobre los principios del mismo, lo que en lenguaje parlamentario español se llaman debates sobre la totalidad.
“Los diputados aprobaron, por una mayoría de 80 votos, la segunda lectura del proyecto”
El Proyecto de ley para el Gobierno de Irlanda –“Government of Ireland Bill”– ha sido aprobado en segunda y tercera lectura por la Cámara de los Comunes durante las dos últimas legislaturas. La Cámara de los Lores, año tras otro, lo ha rechazado de plano a la segunda lectura sin querer, ni tan siquiera, tomarse la molestia de entrar en la discusión del articulado. Este año les toca a los Comunes aprobar el proyecto por tercera vez y, aun cuando puede darse por descontado que los lores lo rechazarán de nuevo, después de recibir esta sanción, el tercer Home Rule Bill sometido al Parlamento del Reino Unido quedará inscrito en el Statute Book y definitivamente convertido en ley.
Anteayer noche, a las once y media, después de un debate al cual la ausencia de Mr Asquith y de otros ministros de primera fila quitó algo de solemnidad y de importancia, los diputados aprobaron, por una mayoría de 80 votos, la segunda lectura del proyecto.
Las notas más salientes de este debate fueron los discursos de Mr. Redmond, jefe de los nacionalistas, y de sir Edward Carson, jefe, o, mejor dicho, general en jefe de los protestantes del Ulster.
Sir John Simon, uno de los tres ministros que comparten las funciones que corresponden al ministro de Justicia en los demás países, habló en nombre del Gobierno. Su discurso fue únicamente para renovar la oferta que el primer ministro hizo hace un mes a los “leaders” de la oposición, esto es, la exclusión del Ulster por un período de seis años. Mr Bonar Law, el jefe de los conservadores, habló solamente para repetir una vez más que si el Gobierno no se decide a consultar el país por medio de unas elecciones generales, el partido unionista apoyará con todas sus fuerzas el movimiento revolucionario del Ulster.
“Mr. Redmond estudió la posibilidad de dar al problema de Irlanda una solución federalista”
El discurso de Mr. Redmond, de tonos moderados y conciliadores, fue, en el fondo, de una grande firmeza. Principalmente estudió la posibilidad de dar al problema de Irlanda una solución federalista, de acuerdo con las insinuaciones hechas por Mr. Asquith. El partido nacionalista irlandés es, naturalmente, partidario de que el Reino Unido se reorganice sobre la base de una constitución federal. Pero el partido unionista, o a lo menos los elementos de este partido más significados por su oposición a la autonomía de Irlanda, pretende aprovechar la evidentemente favorable acogida que la solución federal propuesta por Mr. Asquith ha encontrado en la opinión de la Gran Bretaña, para lograr que se abandone el presente Home Rule Bill. Sobre este punto las palabras de Mr. Redmond fueron terminantes y no lo fueron menos las manifestaciones de Sir John Simon en nombre del Gobierno.
“Hay que dar una completa e inmediata satisfacción a las aspiraciones nacionales de Irlanda por tanto tiempo ignoradas y desatendidas”
Por ningún concepto se renunciará a la aprobación del actual proyecto de ley. Llegado el caso de que el Reino Unido se organice federalmente, las relaciones entre Irlanda y el Parlamento Imperial tal como las define el presente proyecto, deberán sufrir importantes modificaciones. Pero ante todo hay que dar una completa e inmediata satisfacción a las aspiraciones nacionales de Irlanda por tanto tiempo ignoradas y desatendidas.
Sir Edward Carson al contestar a Mr. Redmond, empezó a hacerlo en la forma altanera y contundente que le es peculiar. Dijo que hablar de federalismo sin abandonar previamente el presente “bill” era perder el tiempo miserablemente. Rechazó nuevamente en términos despreciativos la oferta de exclusión por seis años hecha por el Gobierno y repitió por centésima vez que si se pretendía imponer a Ulster el Rome Rule por la fuerza estallaría la guerra civil que llevaría aparejada la total ruina de Irlanda y quizás también la de la Gran Bretaña, la del Imperio. Pero el contraste entre estas baladronadas y amenazas y el discurso mesurado del “leader” de los nacionalistas era tan vivo, que el mismo orador se dio cuenta de ello y hacia el final de su discurso, haciendo un esfuerzo para dominar la voz y el ademán, ordenadamente provocativos, enunció pausadamente la única solución que a su juicio cabía dar al presente conflicto. Que la provincia del Ulster continúe bajo el Parlamento británico como hasta aquí y hasta tanto que la mayoría de sus habitantes decidan incorporarse a la Irlanda autónoma. Y al terminar, dirigiéndose al compacto grupo de diputados nacionalistas, les dijo: la repulsión de Ulster a someterse a un Parlamento irlandés es un hecho innegable, una amenazadora realidad. Si vosotros tenéis confianza en la bondad de vuestra causa, no intentéis imponeros en Ulster por la fuerza; tratad de hacerlo por la persuasión a fuerza de tiempo y de paciencia.
Este contraste entre los discursos de Mr. Redmond y de Sir Edward Carson refleja el que existe entre la actitud de nacionalistas y unionistas en Irlanda.
Los primeros aguardan pacientemente, pacíficamente, a que se les haga, por fin, justicia. Tienen una confianza inmensa en la obra de reconstrucción nacional que van a emprender. No necesitan más. Los segundos, en cambio, no paran de agitarse. Mientras los nacionalistas han acordado no celebrar ningún acto de propaganda partidista, que pudiera parecer una provocación, durante las próximas fiestas de Pascua, los unionistas han organizado una serie de paradas militares en todo el Norte de Irlanda y un ensayo de movilización general del ejército de voluntarios.
“Ahora la región ideal para el periodista es Ulster. Y hacia allí me voy”
Por esto, al ultimar ayer con Mr. Allen y Mr. Follen, secretarios del “Home Rule Council” y de la “Irish United League” de Londres, los detalles de la excursión que muy en breve emprenderá por Irlanda, con la representación de EL DÍA GRÁFICO decidí no ir por ahora a Dublín. Vaya usted allí dentro de dos meses, me dijeron, cuando el Bill esté definitivamente aprobado. Ahora la región ideal para el periodista es Ulster.
Y hacia allí me voy.
Hacia Belfast y Londonderry. Creo estar de vuelta en Londres antes que la guerra civil haya estallado.
Harry Doggerel.
Londres, 9-4-14.
Una tria d’Anna Ballbona (@Aballbona)