El esfuerzo de Inglaterra

Entrada 25. Imatge 1Revista Iberia, 13 de maig de 1916

Las autoridades del Almirantazgo han sido las primeras en facilitarme la tarea de llevar a cabo una serie de informaciones para IBERIA. No me ha sido dado, todavía, visitar en alta mar la Gran Flota que protege las vidas y el trabajo de los cuarenta millones de habitantes que aquí vivimos; pero no desespero, sin embargo, de alcanzar este privilegio, así como espero tener ocasión de recorrer las líneas inglesas en Flandes y de ver los grandes arsenales de guerra improvisados por Lloyd George, el irresistiblemente impetuoso Ministro de Municiones… En espera de las grandes oportunidades, ayer me fue permitido, para hacer boca, pasar el día en la base naval de Xxxx, situada a unos cien kilómetros de Londres.

Mis compañeros de excursión fueron M. Johan Castberg, presidente de la Cámara de Diputados de Noruega, el escritor sueco Henry von Kroemer, el corresponsal en Londres del “Jornal do Comercio” de Rio de Janeiro y cinco periodistas españoles. Entre estos, mis amigos Ramiro de Maeztu, José Pla, cuya firma no es desconocida al lector de IBERIA, y Pedro García Morales, corresponsal de “España”.

“Castberg es un noruego ingenuo y observador, que sabe discurrir sutilmente de filosofía con Ramiro de Maeztu”

Johan Castberg es un noruego ingenuo y observador, de aire satisfecho y físico burgués, que sabe discurrir sutilmente de filosofía con Ramiro de Maeztu. Henry von Kroemer, yerno de Branting, el gran socialista escandinavo, produce un español de correcto acento y arriesgadísima sintaxis, adquirido en Méjico durante la revolución maderista. El corresponsal del “Jornal do Comercio”, al saber que soy de Barcelona, hace con emoción el panegírico del difunto canadiense Dr. Pearson…

Nuestro acompañante, delegado por el Almirantazgo, es el teniente de navío Dickens. Un hombre de treinta años, rubio, de faz y mirada enérgicas y modales efusivos. Durante el viaje, a nuestras preguntas, contesta:

– No verán Vds. hoy ningún “Dreadnought” [un tipus de vaixell de guerra cuirassat predominant durant el segle XX], ninguno de los grandes cruceros acorazados; no podrán Vds. saludar a ningún almirante. La base naval que van a visitar es tan solo para

Cruceros Ligeros, Destroyers y Submarinos.

Saltamos del tren. Nos espera en el andén el capitán Moir al frente de un grupo de oficiales. Saludos, presentaciones, inscribimos nuestros nombres en el registro del puerto e inmediatamente, nos ponemos en marcha. No hay un momento que perder. A los tres minutos estamos en el puente de un transporte…

Paralelamente al viejo casco hay anclados como unos diez submarinos. Están pintados de verde oscuro, con rayas algunos de ellos, de color rojo sucio, entrecruzadas en formas romboides. Son como grandes  cetáceos con el lomo metódicamente destrozado por la industria del hombre. Sobre uno de ellos se yergue un cañón vertical para defenderse contra los ataques de los hidroplanos y todos ostentan el periscopio y el mástil para la telegrafía sin hilos. Los hay de diferentes tamaños y algunas de esas ballenas de acero albergan en sus entrañas durante semanas enteras más de treinta hombres.

– Todos estos submarinos –me dice el oficial que se encuentra a mi lado– han estado en aguas alemanas; ese en el mar Báltico, aquel en los Dardanelos. Mañana, dentro de algunas horas quizás, estarán de nuevo patrullando por el mar del Norte; todos ellos están constantemente prontos para obedecer en diez minutos la orden de hacerse a la mar…

– ¿Es verdad –pregunto yo– que el tipo de submarino alemán moderno es superior al británico?

Entrada 25. Imatge 2– No lo creo. Nada hemos podido descubrir en los submarinos enemigos para confirmarnos en esa creencia que no pocos ciudadanos británicos comparten con los alemanes y con muchos neutrales. Lo que ocurre es que la marina británica, de guerra y mercante, ofrece a los submarinos germánicos un blanco excelente. Nuestros pobres submarinos, en cambio, con la flota alemana heroicamente acurrucada en el canal de Kiel y los barcos alemanes enmoheciéndose en los puertos no tienen blanco ninguno…

– ¿Y esas famosas redes con las cuales se dedican Vds. a la pesca de submarinos enemigos, existen en realidad?

El oficial se sonríe y me contesta modestamente:

– A nosotros se nos dejan saber muy pocas cosas. Estamos menos enterados que Vds… Sin embargo, es posible que esas redes no sean una leyenda…

Atravesamos aprisa el puente de un destroyer; en uno de los ventiladores hay atornillada una placa de metal con esta simple inscripción: “Heligoland, 28 de Agosto de 1914”. Ese buque, esos hombres, han sentido ya la realidad de estas dos palabras: guerra, victoria…

“Nos hace los honores el capitán, hombre de unos treinta años, alto, moreno, con cara de italiano o de español”

Saltamos a un remolcador y a los pocos momentos nos hallamos a bordo del Xxxx, barco insignia del comodoro Iyrwhitt. El comodoro Iyrwhitt es el héroe del combate de Heligoland; no hay oficial que deje de considerarlo como uno de los futuros grandes hombres de la marina británica y su popularidad en Inglaterra es mayor que la de ningún otro jefe, con excepción quizás, del almirante Sir. David Betty. Recientemente, su buque de Heligoland, el “Arathusa”, se hundió al chocar contra una mina y desde entonces su insignia flota en el crucero que ahora visitamos, un barco modernísimo, botado hace tan solo ocho meses.

Inspeccionamos el buque de arriba abajo, de punta a punta. Nos hace los honores el capitán, hombre de unos treinta años, alto, moreno, con cara de italiano o de español. Da las órdenes con completa ausencia de autoridad en el tono y sus hombres le obedecen con rapidez eléctrica. Maniobran los cañones y los reflectores y los tubos lanza torpedos, todo con precisión de una máquina de reloj…

– A cualquier momento podemos abandonar el puerto veinte minutos después de recibida la orden –nos dice.

Y como si expresara mi admiración por el esfuerzo y el temple de nervios que supone ese estado de alerta permanente:

– ¿Ve Vd. cuantos cruceros, torpedos, submarinos, destroyers hay en la rada? –me contestó un oficial. – Pues bien a cualquier minuto del día o de la noche basta una simple orden para que en tres cuartos de hora no quede un solo buque en el puerto. Y lo mismo que aquí ocurre en todas las bases navales de la Gran Bretaña, en toda la marina británica. La vigilancia no se interrumpe un segundo. Desde el almirante hasta el último grumete, todos dormimos con un ojo abierto y un pie en el suelo…

“Ella”

La lengua inglesa tiene, como es sabido, un artículo para todos los géneros. La distinción entre masculino y femenino está solo gramaticalmente expresada  en los pronombres personales. Pertenecen al género masculino los machos, al femenino las hembras, naturalmente. Los objetos pertenecen todos al género neutro. Con una excepción: los buques. Cuando el hombre de mar habla de “ella”, quiere decir su buque.

…A nadie había nunca oído hablar de “ella” con la admiración, el cordial calor, de esos hombres, jóvenes y viejos, tan de cerca acechados por la gloria y por la muerte…

EUGENIO XAMMAR

(Continuará)

Una tria d’Anna Ballbona (@ABallbona)

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